Estad quietos, y conoced que yo soy Dios: 10 maneras de reconocer el poder de Dios en tiempos difíciles
El versículo de la Biblia en Salmos 46:10 dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. ¿Cómo enfrentar dificultades en la vida, cuando ésta parece un barco que sacudido por un mar tormentoso?
Tiffany Fletcher
Cada vez que mi familia o yo atravesamos por una prueba, vienen a mi mente las palabras de la Biblia en el Salmo 46:10: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios”, y con frecuencia me siento consolada. No obstante, algunas veces me pregunto lo que significa permanecer quietos, y qué es con exactitud lo que necesito hacer para que esto funcione.
Cuando enfrentamos dificultades en nuestra vida, parecería que nos encontramos sobre un barco que es sacudido por un mar tormentoso. ¿De qué manera podemos permanecer quietos y fuertes ante nuestra familia mientras la tormenta brama a nuestro alrededor?
Cuando busqué la definición de quietos en el diccionario, no solo aclaré mis dudas al conocer la definición, sino que aprendí valiosas lecciones de sus sinónimos también.
Aquí están diez palabras y sus definiciones que pueden enseñarnos a permanecer quieto en los tiempos de tormenta y reconocer el poder de Dios.
Quieto: Libre del ruido y de la turbulencia; sin problemas
Cuando estamos libres del ruido o de la turbulencia exterior, somos capaces de escuchar la voz pequeña y serena del espíritu de Dios, conforme viene a consolarnos y guiarnos en medio de nuestras pruebas. Algo del ruido que experimentamos, que podría bloquear nuestra habilidad de sentir la presencia de Dios, es nuestra propia preocupación. Cuando aprendemos a cambiar nuestros pensamientos negativos por pensamientos positivos, somos más capaces de sentir el amor de Dios, porque estamos en armonía con él. El ruido y la turbulencia se reemplazan por una dulce melodía de paz.
Calma: Un período o condición de libertad dentro de las tormentas; un estado de tranquilidad.
La calma no significa que la tormenta ya no se encuentra alrededor tuyo. Significa que la tormenta ya no está dentro de ti. La tormenta puede continuar rugiendo, pero eres libre de sus efectos. No te mortifican porque sabes en quién has confiado. Estás en un lugar donde no temes más.
Silencioso: Descansado; calmado en temperamento o actitud
Con frecuencia, cuando las pruebas llegan, tendemos a enojarnos con Dios y gemimos en reclamo. Cuando hacemos esto, debilitamos nuestra habilidad de sentir el espíritu de Dios, ya que no dejamos espacio en nuestros corazones para que el Espíritu permanezca en nuestro interior. Dios no puede habitar en un corazón que está lleno de ira. Es cuando aprendemos a descansar nuestros reclamos y dejar nuestras cargas en el Señor, que encontraremos consuelo. Él restaurará nuestro corazón herido.
En paz: Tranquilo ante los conflictos; desprovisto de violencia o de imposiciones
Algunas veces cuando surgen las dificultades, permitimos que el coraje y la frustración de esas pruebas nos empujen hacia la violencia, o intentamos imponer nuestra voluntad a la de Dios. Ninguna de esas opciones nos dará paz. Solo conocemos la paz cuando los conflictos vienen y nosotros estamos tranquilos ante ellos gracias a nuestra fe en Dios.
Tranquilo: Serenamente libre de interrupciones o disturbios
Podemos aprender a estar quietos conforme oramos, leemos las Escrituras, caminamos, meditamos o nos damos tiempo para reflexionar, libres de interrupciones o disturbios. Esto no solo nos permite comunicarnos con nuestro Padre Celestial y, a la vez, permite que nuestro Padre Celestial se comunique con nosotros.
Sosegado: Caracterizado por permitir o sugerir reposo; estar en descanso
Con frecuencia, lo activo de nuestras vidas hace imposible que de verdad escuchemos lo que Dios intenta decirnos. Es cuando frenamos y nos permitimos la oportunidad de descansar; que nuestra mente y corazón puedan enfocarse en esas cosas que tienen una importancia mayor. Dios quiere hablarnos, pero tenemos que estar dispuestos a escuchar.
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Sereno: brillante y firme
Leyendo con mis hijos durante las tareas escolares, aprendí que el sol no sale, ni se pone: es una ilusión. Por el contrario, el sol permanece quieto, brillante y firme, y conforme la tierra gira para darle la cara al sol, es entonces cuando la mañana llega. La oscuridad de la noche viene cuando la tierra gira. Es lo mismo con nosotros, solo estamos llenos de luz cuando venimos a Cristo, quien permanece firme y brillante, como el sol. Si por el contrario, escogemos darle la espalda, la oscuridad de la noche llegará con seguridad. Escoge darle la cara a la luz.
Discreto: Gentil, indulgente, por ejemplo la naturaleza discreta
Cuando somos gentiles e indulgentes, somos más capaces de escuchar la ley de Dios. Él nos persuade, de forma gentil, a amarlo y servir a otros. Somos más capaces de solucionar nuestros problemas, y llevaremos el Espíritu de Dios dentro de nosotros, lo cual nos ayudará a aligerar las cargas de otros.
Tranquilamente: De una manera tranquila
Cuando sobrellevamos la vida, y las tribulaciones de una manera calmada, somos más capaces de ver toda la escena y trazar un plan de auxilio. No solo nos permite tener una mente clara, sino calmar los miedos que tienen las personas que nos rodean.
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Apacible: Libre de agitación de mente y espíritu
Cuando nuestra mente y espíritu están quietos, todo nuestro cuerpo está en paz. Somos capaces de ver cosas con una mente clara, sentir cosas con un corazón puro y escuchar la voz de nuestro Padre Celestial con los oídos abiertos y a tono con su Espíritu. Conoceremos a Dios porque seremos uno con él.
“Estad quietos y sabed que yo soy Dios”, no es sólo un decir, es una forma de ser. Es la habilidad de conocer bien a Dios para confiar en Sus habilidades para rescatarnos. Conforme aprendemos a estar quietos y confiamos en Dios, llegamos a aprender y comprender que somos hijos de Dios. Nunca estamos solos, nunca sin ayuda y nunca olvidados. Él vendrá hacia nosotros. Todo lo que tenemos que hacer es estar quietos.
Traducido y adaptado al español por Myrna del Carmen Flores, de Be still and know that I am God: 10 ways to recognize God’s power in times of trouble, de Tiffany Fletcher.