Intimidad en la pareja: ¿fin o medio?
Casi todos asumimos que la intimidad sexual es una necesidad humana, pero en realidad es un medio por el cual cubrimos una necesidad. ¿Cómo te puede ayudar saber esto?
Rafael Vázquez
Todos los seres humanos tenemos necesidades básicas. Unas son de orden corporal, y otras son de índole psicológica. Así como necesitamos la comida, refugio y dormir para sobrevivir, también necesitamos satisfacer nuestras necesidades psicológicas para salvaguardar nuestra estabilidad y salud mental. En cualquier caso, si no cubrimos esas necesidades básicas, sobreviene el sufrimiento, el deterioro, la enfermedad y, a veces, la muerte.
Las necesidades psicológicas básicas se pueden resumir en las siguientes: seguridad, autoestima, autonomía y conexión. Para ser felices y estables, necesitamos cubrir las cuatro, de lo contrario, así como nuestro estómago puede comenzar a degradar con jugos gástricos su propia pared, de igual modo nuestras mentes comenzarán a buscar alternativas para suplir las necesidades no satisfechas, aun a expensas de nuestra salud mental o física. Por ejemplo, si alguien no cubre satisfactoriamente su necesidad de autoestima, podría caer en una depresión severa y eventualmente cometer suicidio.
Para cubrir nuestras necesidades psicológicas, usamos estrategias emocionales y sociales: el deporte nos ayuda a relacionarnos (conectarnos), y si ganamos, incrementa nuestra autoestima; la familia es el mejor entorno para conectarnos, darnos autoestima y seguridad; desarrollar talentos artísticos puede ayudarnos con la seguridad y la autoestima; etc.
Las relaciones íntimas son el medio, no el fin
Las relaciones íntimas son una herramienta que usamos para satisfacer necesidades psicológicas. No es la necesidad en sí. Explico: El celibato no ha dañado a nadie en lo físico, ni en lo psicológico (el aislamiento social sí es dañino). Nadie muere por no tener “suficiente” actividad sexual, y eso es porque la misma no es una necesidad biológica ni psicológica, sino simplemente un impulso, un apetito.
Considerarlas como un medio para cubrir una necesidad psicológica puede sonar extraño porque la pulsión sexual es real, como es real el hambre o el sueño. Sólo que a diferencia de estos últimos, el vivir toda una vida sin actividad sexual no pone en riesgo la salud, ni la vida.
La diferencia
Lo difícil viene ahora, porque las necesidades que se cubren mediante la intimidad, son distintas en hombres y mujeres.
Casi como un cliché, la tradición dice que el éxito de una mujer es la estabilidad material y su realización como madre, y para lograrlo debe unirse a un hombre exitoso. Es, por supuesto, una formulación sexista que reduce al varón a simple proveedor o guardia de seguridad. Esta perspectiva genera un sentimiento de rechazo al tratamiento abierto y adecuado de la sexualidad femenina. Las mujeres han padecido el asedio histórico de que su sexualidad sea reprimida y avergonzada por la sociedad. Ello las ha obligado a llevar la sexualidad a un plano muy personal, muy íntimo, para establecer conexiones profundas, lo cual es una necesidad psicológica básica.
Los varones, por el contrario, según la misma perspectiva sexista, usan la vida sexual para compararse con los demás. El éxito como hombre se mide en la cantidad de parejas sexuales que tiene: la actividad sexual es, en el varón, un medio para cubrir su necesidad de autoestima.
Esta diferencia de los propósitos psicológicos de la vida sexual entre hombres y mujeres es lo que ocasiona tantas discordias, críticas y reproches cuando uno y otra no hallan lo que están buscando. Los hombres creen que ellas quieren estar “pegadas” a uno y son manipuladoras, mientras las mujeres piensan que todos los hombres son inseguros y desesperados. Para ellas, los hombres son fríos y groseros. Para ellos, las mujeres son manipuladoras y falsas.
Darle a l as relaciones maritales la perspectiva correcta
No es de extrañar que si la vida sexual es lo más importante para uno, confundiéndola con una necesidad, entonces cualquier pequeñez será suficiente para hacernos infelices a nosotros y a nuestra pareja, porque todos, hombres y mujeres, se concentran tanto en sus necesidades, que terminan por proyectarlas en todo su entorno. Las mujeres seguirán viendo a los hombres fríos y groseros porque esperan que tengan la misma necesidad de conexión y de relacionarse que ellas experimentan, y los hombres les verán siempre manipuladoras porque asumen que utilizan las relaciones maritales para aumentar su autoestima, como lo hacen ellos.
Y ambos están mal. Es por eso que las parejas que dedican la mayor parte de su tiempo al contacto físico y casi nada a otro tipo de objetivos, son las que más frecuentemente presentan problemas de pareja, por falta de comprensión y un vacío en cuanto a las necesidades psicológicas básicas. Por eso, encabeza la lista de los pecados capitales en el matrimonio.
Las necesidades que el sexo nos ayuda a cubrir, las podemos satisfacer mediante muchas otras fuentes y recursos: una vida familiar, hábitos de vida saludables, la práctica de un deporte, una vida social bien aceitada, etc. Entonces podemos buscar y cultivar una vida sexual desde la seguridad y la confianza, y no desde la carencia y la desesperación. Puedes aprender más sobre cómo darle a la vida sexual una perspectiva más adecuada al
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