Juventud sin freno. ¿Por qué estamos como estamos?

Ser un buen padre es una responsabilidad mayor que la de ser empleado. Los ecos de tus acciones como padre, buenas o malas, se percibe a través de muchas generaciones.

Yordy Giraldo

Hoy día, cuando en una conversación sale a relucir el tema de la juventud actual y los problemas de esta generación, se ha vuelto un lugar común decir que los jóvenes están perdidos, que no tienen educación, ni valores. Lo gracioso es que ningún adulto reconoce su responsabilidad en esto: cada padre dice de sí mismo que es un buen padre.

Lo cierto es que los jóvenes de hoy no surgieron por generación espontánea: son el resultado de una paternidad deficiente. Por otra parte, si tomamos en cuenta que los seres humanos tendemos a repetir patrones aprendidos, tenemos que el que esas deficiencias se pasen a la siguiente generación no es una posibilidad, sino un hecho.

Alguien dirá que determinar lo que nos puso en este punto, es cosa de sentido común, pero la verdad es que cuando estamos en el ojo del huracán nos cuesta ver la tormenta. Por ello quiero poner el dedo en la llaga y hacer notar las particularidades de los adolescentes fuera de control

¿Por qué estamos cómo estamos?

1. La falta de supervisión

Hecho: si no estás pendiente de que las cosas se hagan, lo más seguro es que no sucedan. Hoy día los niños están demasiado sueltos, los padres no se aseguran que cumplan con sus obligaciones, y dan por bueno cualquier resultado, fomentando mediocridad y conformismo.

2. Cero consecuencias

Si a cada acción no hay reacción, la lógica dice dos cosas, la primera es que no hay nada que temer así que sigue haciéndolo, lo segundo es que aumenta la dosis porque no pasó nada. Es así como lo ven los adolescentes, por eso es tan importante que los eduques en que deben pensar antes de actuar, porque todo lo que hacemos tiene efectos y algunos pueden ser muy, muy malos.

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3. Falta de reglas claras

Por ejemplo, tú puedes decir: “En esta casa se come sin equipos electrónicos a la mano”, e incluso así el mensaje no ser claro. Lo primordial no es sólo decirlo, sino cumplirlo. Seguramente tus hijos al principio no estarán de acuerdo. Pero si eres firme, el mensaje ahora sí será claro y no tendrán opción. Por supuesto, es importante que las reglas fomenten la convivencia, el respeto y sean educativas.

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4. Mala comunicación

Siempre hablamos de que debemos comunicarnos, pero tenemos la errónea idea de que soltarles todo el sermón a nuestros hijos es comunicación. Y no es así, para que haya comunicación debe cumplirse un requisito primordial, que exista retroalimentación, o sea la comunicación debe ser de ida y de vuelta.

5. Falta de modelos positivos

Los padres funcionan como una especie de faro en la educación de los hijos. Si esa luz se pierde en la obscuridad, entonces cuando estén en medio de la tormenta no sabrán hacía dónde dirigir sus pasos.

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Enseña a tus hijos con la mejor herramienta: tu ejemplo

Reconozcamos de una vez que los malos somos nosotros; que requerimos un golpe de timón; que las excusas —por muy válidas que sean— no nos harán mejores padres, ni nos darán mejores hijos. Asumámonos como los responsables de está juventud fuera de control, o dejemos de quejarnos de ellos, porque la verdad es que aunque llega a haber excepciones, por lo general nosotros tenemos los hijos que nos merecemos.

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Yordy Giraldo

Yordanka Pérez Giraldo, Cubana de nacimiento, mexicana por elección.