La oportunidad de jugar y unir a tu familia cuando se va la luz
Cuando se va la luz, llega una excelente oportunidad para unirse en familia. Lee y entérate cómo.
Arturo Leonardo
Muchos antes de escribir este texto, en la zona metropolitana de la Ciudad de México se presentó algo que los meteorólogos llaman “frente frío”, una masa de aire que congeló a un montón de personas que no estamos acostumbrados a las bajas temperaturas.
El frío y los fuertes vientos, más o menos como la película “Tornado”, provocaron que las clases se suspendieran. Gran noticia para los pequeños que se levantarían tarde. Obviamente, mi hijo no preguntó, se levantó tarde y cuando quería disfrutar de un día de descanso “obligado”, se llevó una gran sorpresa: trató de prender el televisor pero no había energía eléctrica. El destino, aparentemente, le estaba jugando una mala pasada. “No se prende la tele papá”, me dijo. “No, hijo, no hay luz”, respondí. “Y ahora, ¿qué hacemos?”.
Fomentar la creatividad
Mi pequeño amigo tiene muchos juguetes, más carros que otra cosa. Siempre trato de que salga al jardín y use su imaginación, entonces esa pregunta fue más bien como una forma de ver qué encontraba. A lo mejor le decía “Bueno, vamos al cine”, muy astuto mi hijo, no lo culpo. Sin embargo, lo que se llevó fue otra sorpresa: me encontré con una de tantas pelotas que abundan en la casa (parecemos equipo de futbol, afortunadamente). Estaba un poco desinflada y la patee con destino a su mamá, quien puso la mano y me devolvió la pelota.
Entonces improvisamos unas porterías con las sillas y el marco de la puerta: el objetivo era no permitir que la pelota desinflada nos golpeara la cara. El disparo de la mamá de mi hijo impactó en uno de sus cuadros el cual cayó estrepitosamente, nos empezamos a reír y ahí empezó el verdadero juego.
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Jugar en familia
Mi hijo no preguntó y entró en acción. Justo al tomar partido se llevó un pelotazo en la cabeza, volvimos a reír. Su hermano, que apenas camina, entendió la dinámica y también ingresó al campo. El menor se llevó su pelotazo y entonces ya éramos los cuatro tratando de meter gol o de que no nos pegaran. No importa, no había una regla u objetivo claro, ¡ah!, tampoco había luz ¿ya lo había mencionado antes?
Jugamos durante casi una hora. Cuando finalizamos, ni recordábamos que no había televisión. Fue una lección muy grata saber cómo una pelota desinflada (y el mal clima) nos puede unir.
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Así pues, cuando se vaya la luz en casa recuerda tener a la mano cuentos, pelotas desinfladas, carritos, concursos para adivinar películas, cuadernos con plumas o un puñado de historias, que esas nunca dependerán de que no sirva el apagador.