¡Mis hijos son tremendos! ¡No puedo salir con ellos a ningún lado!
Muchas personas opinan que: “si educas bien a tus hijos, ellos aprenden a respetar a los demás y no son una molestia”. Ojalá fuera tan sencillo como decirlo. ¿Cómo enfrentar gente poco amable?
Maria Josie Hernandez Cabrera
El trabajo de mamás es uno de los más intensos, física, espiritual y emocionalmente. Muchas veces necesitamos una palmadita en la espalda y una voz amable para recargar energías y saber que no estamos haciendo tan mal nuestro trabajo.
En muchas ocasiones, hemos sentido esas muestras de afecto y admiración de personas desconocidas, que nos felicitan por nuestra “hermosa familia”. Sin embargo ha habido otras ocasiones en las que hemos sentido la hostilidad de la gente cuando nuestros niños comienzan a inquietarse.
Muchas personas son de la idea de que: “si educas bien a tus hijos, ellos aprenden a respetar a los demás y no son una molestia”. Ojalá fuera tan sencillo como decirlo. Es imposible tener a los niños más pequeñitos atados de manos y pies para no incomodar a otros. ¡Y qué decir de los niños con necesidades especiales!, como dos de nuestros hijos, o simplemente los que tienen un temperamento difícil.
Nuestra extraña familia
En la actualidad, no es muy común ver familias con más de dos hijos, más aún, cuando éstos se llevan un año de edad o menos. Si a esta imagen le agregas a una mamá con un vientre que parece ya de 9 meses de embarazo, tienes a una familia casi traída de otra época o de otra galaxia. Esa familia extraña ¡es la nuestra!
Una experiencia aterradora
Hace unos días estábamos comiendo pizza en un concurrido lugar. Ya habíamos logrado hacer que los niños terminaran de comer sin incidentes. De pronto, nuestro hijo de cuatro años accidentalmente derramó un vaso de refresco.
Nuestro pequeño además de tener un problema de hiperactividad y sensibilidad severo, cuando algún acontecimiento rompe “el orden del universo”, reacciona de forma abrupta, se tira al piso, grita y tarda algunos minutos en calmarse. Como todos conocemos sus breves episodios de crisis, en general sabemos cómo tranquilizarlo, y cuando es posible dialogar con él, le explicamos que vamos a limpiar el desastre y que él puede seguir comiendo sin problema.
Sin embargo, en un lugar público lleno de gente que intenta comer tranquilamente, el espectáculo se torna mayúsculo. ¡Sentimos las miradas de todos los comensales como aguijones! Uno de nosotros tiene que sacar del lugar al pequeño gritón y los demás limpiamos y comemos a toda prisa.
Los ángeles existen
En esa desafortunada ocasión, y ya habiendo preparado a todos los niños para salir, se me acercó una señora y con una gran sonrisa me dijo “te felicito, tienes una hermosa familia”. “Gracias” le dije con la cara todavía roja de vergüenza después de aquel escándalo del que fuimos protagonistas. Tras esos minutos de miradas incómodas y gente molesta, sus palabras se sintieron en mi corazón como un abrazo reconfortante.
Momentos antes de salir del lugar, un señor se acercó a mi esposo para decirle que nuestra familia era muy bella, y que le recordaba a la suya, puesto que él había tenido 5 hijos y que ahora tenía una gran cantidad de hermosos nietos que alegraban su vida. ¡Estábamos realmente agradecidos y conmovidos por esas muestras de amabilidad!
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Qué hacer con los menos comprensivos
A veces la gente parece no comprender que las generaciones nuevas son el futuro, la continuación de la humanidad, la fuerza laboral que sostendrá a los ancianos que seremos nosotros en unos años. Y simplemente ven a los pequeños como una molestia. Tal vez nosotros mismos éramos menos comprensivos con los niños antes de ser padres. La próxima vez que te topes con una persona que reaccione negativamente ante algún incidente de tus hijos, o para evitar que te ofendan con un comentario o una actitud poco amable, te recomendamos hacer lo siguiente:
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Cuando te ofendan, olvida y perdona, mírale a aquella persona con compasión y felicítate a ti misma por ser un ser humano mucho más virtuoso y sensible.
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Ten listo un plan de acción para salir de algún lugar cuando tus niños estén cansados, estresados o sobre-estimulados.
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Ten siempre distractores a la mano: juguetes, galletas, libros, colores… y cuando sea absolutamente inevitable, aparatos electrónicos.
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Lleva todo lo necesario contigo, desde comida, hasta un cambio de ropa para procurar que tus hijos estén lo más cómodos posible.
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Trata de ir con tu familia a lugares donde los niños sean bienvenidos, ya habrá oportunidades en las que puedas ir con tu esposo o tus amigas a lugares más sofisticados.
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Trata de elegir una hora que no interfiera con sus horas de siesta o de comida.
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Procura que el lugar no esté lleno de estímulos que puedan influenciar negativamente el comportamiento de tus hijos.
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Aprende a decir: “No”, cuando te invitan a un lugar o en un momento que no serán apropiados para tus hijos.
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Comprende que por tu experiencia de ser mamá de niños pequeños, tu tolerancia al caos es mucho más alta que la de los mortales comunes y corrientes. Si pedimos comprensión para nuestros niños pequeños, nosotras debemos ser comprensivas con el resto de las personas que no tienen la misma paciencia.
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Aprende a distinguir una conducta normal de un niño pequeño o de un niño especial, de una conducta inaceptable que requiera de una llamada de atención o una medida de disciplina. Enséñales desde pequeños a ser respetuosos.
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Y lo más importante, apoya con palabras o gestos a otras mamás que estén pasando por alguna dificultad con sus hijos. Recuerda lo hermoso que es sentir esa palmadita en la espalda. Si no lo hacemos entre nosotras, ¿quién lo hará?
¡Ánimo mamás! Estamos haciendo un mejor trabajo del que creemos.
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