Muchos son rehenes de su pareja y no lo saben
Desde las simples quejas o pequeñas críticas, hasta el chantaje descarado, todo esto amenaza la estabilidad de una relación amorosa.
Rafael Vázquez
Hoy, como ocurre desde hace casi una semana, tu esposo llegó del trabajo un poco distraído. Apenas te saludó, comió a medias y casi no platicó contigo. Aunque ambos se sentaron en el sofá para ver esa película que tanto les gusta a ambos, él se la pasó casi todo el rato con la laptop en las piernas corrigiendo el informe mensual, que se suponía debía tener listo con su labor en la oficina.
Desde hace unos días, sientes que tu esposo te ha venido tratando con cierta distancia o indiferencia, y has decidido hacer algo al respecto.
¿Lo estás haciendo bien?
Pienso que lo más indicado sería acercarte a él y decirle: “Últimamente te comportas algo distante.” Pero en lugar de eso, adoptas el tono contundente que tan buenos resultados te dio en tus días de novia y en tus años de experiencia como maestra, y le dices: “Yo no puedo estar en un matrimonio en el que me tratan con indiferencia.”
Si crees que usar esa estrategia va a hacer que él reflexione sobre la manera como tú has percibido su trato de estos días, nunca lo hará. Muy al contrario. Quizás esté recibiendo una tonelada de presión en el trabajo y esas ya sean suficientes amenazas contra él, como para que encima su compañera le haga advertencias de ultimátum.
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Se llama chantaje
Es un chantaje emocional y lo único que desencadena es una escena de emociones desparramadas por todo el departamento. Y cuando eso pasa, la sensibilidad de ambos queda como la piel herida: cualquier mínimo gesto se sobre interpreta como una crisis terrible en la relación de pareja. Para decirlo en términos de fluidez, cualquier pequeño hipo que interrumpe el discurso, se percibe como un paro cardiorrespiratorio.
Cuando lanzas amenazas sobre la relación de manera usual para tratar de arreglar las imperfecciones de tu pareja, no estás conduciendo a la relación hacia situaciones y metas que hagan de los dos mejores personas, sino al revés: estás tratando de hacer cambiar a tu pareja, so pena de despedirlo, hasta que cumpla tus requerimientos de una pareja ideal, para que entonces le permitas pertenecer a esa relación.
¿Todo ese discurso sobre el poder solamente por no expresar con claridad mi inquietud? Sí. En el noviazgo, así como en el matrimonio, ambas personas deben saber que pueden expresar cualquier impresión, pensamiento o sentimiento negativo sin que, por el solo hecho de comunicarlo, se esté poniendo en riesgo la unión. Si esta seguridad no existe, uno o ambos irá reprimiendo, callando y/u ocultando sus verdaderos pensamientos y sentimientos, lo que conducirá inevitablemente a un clima de franca manipulación.
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Para terminar con el secuestro emocional
Debes comprender que es perfectamente válido enojarte con tu pareja o que algo de él no te guste. No porque así sean de imperfectas las parejas, sino porque así somos los seres humanos. Establecer una relación como un noviazgo o formalizarlo mediante el matrimonio nunca ha implicado que deba gustarte absolutamente todo de tu pareja. Puedes estar enamorada de él e incluso así ponerte de malas cuando sus aspectos no agradables salen a flote. Pero más aún: si en una pareja, ambas partes dan y reciben retroalimentación, e incluso cierta crítica constructiva libre de chantaje y de manipulación, entonces no solamente estarán libres del secuestro o del chantaje emocional, sino que su relación los ayudará a ser mejores como personas en lo individual, lo cual dará más estabilidad a la relación, creando así un gran círculo virtuoso de convivencia en pareja.