No puedo cuidar a mi hijo, pero me da miedo llevarlo a una guardería
De las cosas más complejas que una madre llega a enfrentar, es dejar a su pequeño al cuidado de otros mientras ella va a trabajar. Si este es tu caso, este artículo seguro te va a ayudar.
Emma E. Sánchez
Por lo regular salgo muy temprano al trabajo, muchas veces aún antes de que amanezca y en mi camino veo no a una, sino a muchas madres jóvenes llevando a sus pequeñitos en brazos, protegiéndolos del frío de la mañana lo más que pueden. ¡Me rompen el corazón! Pienso que ellas desearían estar en sus casas tranquilas y dedicadas a sus hijos, pero luego imagino que muchas de esas mujeres se están esforzando al máximo: que son jefas de familia, que están solas y que están persiguiendo sus sueños con muchos sacrificios para salir adelante con sus familias. Entonces, mis sentimientos de compasión cambian por comprensión y solidaridad, porque soy madre y soy mujer. Habiendo pasado por donde te encuentras tú en este momento, quiero apoyarte y ayudarte con estas sugerencias:
1. No sientas culpa
No te sientas culpable por tener que dejar a tus pequeños. Habrá gente que te “reclame” o “acuse” de ser una mala madre por no pasar todo el tiempo con tus hijos. Por favor, no los escuches. Si tú estás honestamente convencida, has hecho lo que esté de tu parte y a tu alcance, y esta es la mejor opción, entonces escucha tu conciencia. Sé firme y busca maneras de seguir presente en la vida de tus hijos, aun cuando pases mucho tiempo fuera de casa y alguien más cuide de ellos.
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2. Tómate tu tiempo para tomar decisiones
Busca con calma la guardería, centro de cuidados infantiles o a la persona que cuidará de tu hijo. Si es necesario, deja un día el trabajo para revisar que tu niño estará en buenas manos. No es tiempo perdido, es tiempo muy bien invertido pues, cuando lo dejes, ya no habrá dudas que te inquieten durante tu jornada laboral.
3. Analiza tus opciones
Hay varias opciones para el cuidado de infantes, verifica cuáles puedes tener, sus ventajas, desventajas, e incluso requisitos. Aquí te presento algunas:
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Familiares y amigos. Son tu primera y magnífica opción. Suele ser muy económico dejar a los niños al cuidado de los abuelos o los tíos pero el precio moral con frecuencia es muy caro: al ser familia, si pierden los límites de la ayuda por los de la obligación, se abusa y esto genera resentimientos, enemistades y los lazos familiares se ven deteriorados. Si tu familia te va apoyar, recuerda que es un apoyo, no un deber u obligación. Sé puntual, marca muy claramente que eres tú quien educa y corrige, o si es el caso, delega esa responsabilidad y sujétate a las consecuencias.
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Vecinos o personas que cuidan niños en tu casa o en la de ellos.
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Instituciones no gubernamentales. Pueden ser iglesias, grupos de apoyo o sociedades civiles.
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Instituciones gubernamentales. Generalmente son gratuitas pero requieren muchos trámites para obtener un lugar, hay muchos niños y muchas reglas estrictas que deberás ser muy puntual en observar.
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Instituciones privadas. Implican costos de todo tipo, desde los baratos y accesibles, hasta algunos más caros que una universidad. Actualmente hay guarderías o centros de cuidado que ofrecen servicios de vigilancia en tiempo real, para que en todo momento puedas ver a tu hijo, desde tu celular o equipo electrónico.
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Independientemente del lugar que elijas, prueba llevando a tu hijo y mantente muy al pendiente de cómo se sienten tanto tú como él durante la visita. Es muy importante que tu hijo se sienta tranquilo y que no se sienta intimidado, que los adultos muestren una actitud amigable y que tengan pocos niños a su cuidado. Pregunta por asistentes en el caso de tener más de 10 infantes por adulto, así como por las condiciones de servicio de alimentos, cuotas etc. Indaga sobre medidas de seguridad en caso de siniestros y conversa con otros padres de familia sobre los servicios y cuidado de los niños. Nada está de más si se trata de la seguridad de tu hijo y tu tranquilidad. Y, sobre todo: No tengas miedo, ¡lo estás haciendo muy bien!
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