¿Por qué nos resulta tan difícil dejar de sufrir?
En mayor o menor medida siempre estamos sufriendo. El estrés es un tipo de sufrimiento, la frustración también, las ganas no satisfechas son el origen de muchas de nuestras lágrimas y noches de insomnio, pero ¿por qu&eac
Yordy Giraldo
No sé si les haya pasado conocer a alguien que tal parece que es incapaz de avanzar sobre una situación dolorosa, o incluso sean ustedes mismos a quienes les pase. Lo cierto es que desde fuera todos decimos no entender la fascinación que ejerce el sufrimiento en las personas, pero todos en mayor o menor medida somos víctimas de nuestros apegos.
Basta estar en la misma situación para cometer los mismos errores. Nuestro cuerpo está compuesto en un 70 por ciento de agua, pero un cien por ciento de emociones. Y ante la contundencia de estos números dejarnos llevar por la pena es la única lógica que podemos aplicar cuando nos sentimos rebasados por el pesar.
Sin embargo, aunque a todos nos encanta sacar conclusiones apresuradas cuando de juzgar se trata, no siempre la respuesta es tan simple como que nos gusta sufrir. Existen dos tipos básicos de sufrimiento el emocional y el físico, por supuesto el que nos interesa es el primero, ya que el físico es la respuesta del cuerpo a una acción tangible, el emocional en cambio es por lo general una elección consciente que nosotros hacemos.
¿Por qué nos resulta tan difícil dejar de sufrir?
A veces el dolor es lo único que nos queda
Ante la terrible realidad de una pérdida nos aferramos a lo único que mantiene vivo el recuerdo, aunque eso conlleve una vida de amargura. La voluntad y un riguroso plan de vida que te permita ver más allá del momento es casi la única alternativa. Recuerda que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.
Placer y dolor están interrelacionados
Aunque suene increíble es cierto, tanto el dolor como el placer activan el mismo circuito de nuestro cerebro y ambas experiencias liberan dopamina que es la encargada de mediar el placer dentro de nuestra cabeza. Replantearnos el tipo de placer que queremos sentir sería una buena estrategia para dejar de sufrir.
Porque esa circunstancia o persona nos es importante
No sufrimos por cualquier cosa, aunque haya quienes consideren que así sea. La verdad es que cuando sufrimos por algo o alguien es porque para nosotros lo merece, la causa de nuestro sufrir nos es importante y punto. Sin embargo, debemos considerar seriamente si vale la pena mantener en ese estatus aquello que nos daña.
Nos cuesta adaptarnos a la realidad
En la vida nada es estático, y sin embargo nada nos perturba más que los cambios. De allí que cada vez que se produce una alteración inesperada a algo que nosotros ya asumíamos establecido sobreviene el sufrimiento. El dolor que surge de este tipo de eventos solo se supera a través de hacer un esfuerzo por adaptarnos a la nueva realidad.
Por (mala) educación
A sufrir también se aprende. Por ejemplo, cuando nos educan para aceptar los cambios e ir modificando nuestras respuestas de acuerdo a las necesidades presentes es difícil que dejemos que el sufrimiento nos controle, el problema llega cuando no estamos capacitados para lidiar con esos cambios.
En mayor o menor medida siempre estamos sufriendo. El estrés es un tipo de sufrimiento, la frustración también, las ganas no satisfechas son el origen de muchas de nuestras lágrimas y noches de insomnio. El reto está no en evitar sufrir, sino evitar dejarnos seducir por el dolor. Rediseñarnos, reinventarnos, reconquistar nuestro entusiasmo es el secreto para dejar de sufrir.