Qué hacer para que el síndrome de Burnout no acabe con tu matrimonio

Es de todos conocido que en el siglo XXI vivimos bajo constante estrés. Lee aquí para saber cómo evitar que este síndrome te lleve al divorcio

Emma E. Sánchez

El síndrome de burnout, también conocido como estrés laboral crónico, lleva algunos años siendo estudiado, pues está afectando significativamente a un gran porcentaje de la población. Sus consecuencias están destruyendo a las familias y, con esto, a nuestra sociedad. Se presenta generalmente en personas cuyos trabajos les exigen estar en constante trato complejo con otras personas, por ejemplo, enfermeros, maestros, cuidadores de personas enfermas, ancianos, personas con discapacidad o de alguna otra manera vulnerables, así como en trabajadores en puestos de atención a públicos complejos o cuyos horarios rebasan las ocho horas de servicio. Este tipo de actividades generan un estrés laboral crónico, que se caracteriza por actitudes y sentimientos negativos, primeramente hacia las personas con quienes se trabaja y luego con la familia.

El burnout se reconoce en trabajadores a partir de fenómenos como el ausentismo, disminución de productividad y de la calidad en su servicio, quejas de terceros respecto a su conducta o comportamiento entre los clientes, o cuando comienzan a ser frecuentes las luchas de poder entre compañeros. La persona afectada empieza entonces a experimentar afectaciones físicas y emocionales:

Físicas

Cansancio, agotamiento, falta de energía; se desarrollan enfermedades gástricas, dificultades para dormir, trastornos cardiorrespiratorios, mareos, vértigo, pérdida del sueño y pérdida o aumento del apetito.

Emocionales o psicológicas

Se comienza a desarrollar cierto cinismo, descuido, falta de interés en el trabajo y luego en cuestiones de la vida misma, como los hijos o la pareja. La persona empieza a sentirse ansiosa, desesperada, llegando a tener, inclusive, explosiones de ira o llanto.

Cómo combatir el síndrome de estrés laboral crónico

Ahora, imagina todo esto en tu hogar, en tu esposo o en ti misma y agrega dificultades económicas, niños pequeños que hacen mucho ruido y todas aquellas situaciones estresantes que hay en la vida diaria. ¿Qué podemos hacer?

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1. Identificar y aceptar que tienes un problema

Dicen que el primer paso es aceptarlo, y es cierto. Una vez que has identificado el problema, podrás comenzar a conocer al enemigo y afrontarlo. Estar consiente de tus sentimientos y padecimientos te ayudará a tener mayor control de ti misma y de las situaciones estresantes en tu vida.

2. Visitar al médico, al psicólogo y ¡hasta tu líder religioso!

Si bien es cierto que muchos síntomas empezarán a disminuir una vez que comiences a enfrentarlos, los problemas de salud deben atenderse a la brevedad con el médico o el especialista correspondiente. Por ejemplo, por estrés pudiste haber desarrollado una úlcera gástrica, pero si descuidas la úlcera, ésta podría desarrollar un cáncer.

Lo mismo pasa con las cuestiones psicológicas y emocionales: asistir a un grupo de autoayuda, terapia o platicar con quien te pueda ayudar a manejar tus emociones, hará maravillas. La cuestión de la fe y la espiritualidad siempre será un recurso muy valioso, no lo descartes, por favor.

3. Capacitarte en manejo de estrés y situaciones de presión extrema

Algunas instituciones educativas u otros organismos ofrecen capacitación constante en manejo de grupos, de personal, de relaciones conflictivas y de mucho estrés. Habla en tu trabajo acerca de las relaciones problemáticas que podrían afectar la productividad y desempeño; las empresas también están interesadas en mejorar las condiciones de trabajo de su personal, tal vez solo sea cuestión de hacerles notar la necesidad de mayor capacitación.

4. Considera un cambio de trabajo o profesión

Cuando ya has hecho todo lo anterior y nada mejora, entonces tal vez sea tiempo de tomar grandes decisiones. Cuando vives con situaciones tan agobiantes en casa, las relaciones más importantes de tu vida se dañan terriblemente. David O. McKay dijo: “Ningún éxito en la vida compensa el fracaso en el hogar”. Por ningún trabajo o posición vale la pena perder a los tuyos, en ningún trabajo eres indispensable, solo en tu hogar.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.