Sé un buen hijo a pesar de la distancia
"Llámalo clan, llámalo red, llámalo tribu, llámalo familia: como quiera que lo llames, quienquiera que seas, necesitas una." Jane Howard
Yordanka Pérez Giraldo
Resumiendo, podríamos decir que el objetivo de todo padre es enseñarle a sus hijos a vivir sin ellos. Sin embargo, y aunque no somos propiedad de nuestros progenitores, el vínculo de vida que se da entre unos y otros nos hace dependientes emocionales de sus cuidados, de sus apapachos, de sus juicios, de su sola presencia. Resultando en el hecho de que nada es más difícil que renunciar a tener a nuestros padres cerca. Hacerlo nos lleva a una orfandad con la que podremos aprender a vivir, pero a la que nunca nos podremos acostumbrar. Sobre todo cuando son las circunstancias adversas las que orillan a estar alejados de nuestros seres queridos.
Sin embargo, la distancia física no debe ser jamás excusa para permitir que la relación se enfríe. La presencia emocional es mucho más intensa que la tangible, pues no hay peor soledad que la que se siente cuando estamos acompañados. La sensación de plenitud que sentimos cuando nos sabemos apoyados y queridos, aun de lejos, es en contraparte de las más confortables que podemos experimentar.
Ser buen hijo, a pesar de la distancia
Así pues, es posible ser buen hijo, un hijo vigente, aun en la distancia. Lo importante es aceptar y perdonar los sucesos que te pusieron en esa situación de lejanía. No hacerlo impedirá que puedas sentirte bendecido en tu realidad y que puedas compartir la bendición de estar vivo, de contar aún con padres a quienes amar. Si no tienes cerca a tus padres, estos consejos pueden ayudarte:
1. Hazte presente
Mucho nos quejamos de la tecnología, sin embargo cuando de acortar distancias se trata, la verdad es que puede y de hecho es una excelente herramienta para que disfrutemos de la voz, las palabras, las risas, las miradas, los consejos de nuestros familiares. Aprovéchala y hazte presente, ya sea con una llamada, video conferencia, mensajes, cartas, etc.
2. Procura estar en los momentos importantes
No pases por alto fechas, acontecimientos, momentos en los que tu ánimo, cooperación o simple figura haga toda la diferencia, para hacer notar tu interés y cariño.
3. Preocúpate por la cotidianidad de tus padres
Son los pequeños detalles los que hacen grandes los momentos, y la suma de esos momentos es lo que en realidad conforma nuestras vidas; no los pases por alto.
4. Regala tu tiempo
Es muy común, de hecho a mí me pasa a veces, que creemos que si damos bienes materiales ya cumplimos como hijos, como padres, como amigos. Sin embargo, no es lo material lo que llena nuestro espíritu, sino las muestras de afecto, nuestra capacidad de demostrar la importancia que tienen los otros en nuestras vidas.
5. No prometas lo que no quieres o no puedes cumplir
Si hay algo que duele, es generarnos expectativas, sobre todo con las personas que nos importan, y luego darnos cuenta que lo que deseábamos o esperábamos no va a suceder. Tus padres entenderán que a veces las circunstancias impiden que ciertas cosas se concreten, pero si cada vez termina en cancelación, no sólo te perderán la confianza, sino que les harás sentir que no te interesan lo bastante.
6. ¡Respétalos!
Hoy día se nos hace fácil, especialmente al crecer, creer que no necesitamos cuidar las formas y los modos para con nuestros adultos. Pero nada más alejado de la realidad. Ya bastante difícil es reconocer que los años van haciendo mella en las fuerzas y en el carácter, como para además lidiar con el dolor de que, a quienes amamos más, nos vean sin consideración.
Finalmente, ¡ámalos! y encárgate de que lo sepan. No dejes nunca de hablarles de tu amor, no dejes nunca de demostrárselos: que grandes sean los besos, que grandes sean los abrazos, que grandes sean las conversaciones, que grande sea tu gozo cuando estés con ellos. Y que grande, muy grande y valioso, sea el tiempo que compartan juntos.