Un adolescente que sirve, es alguien que cultiva la felicidad
¿Estoy educando a mis hijos adolescentes a ser generosos, empáticos, solidarios y llenos de amor, o estoy formando alguien lleno de egoísmo, desinteresado por el dolor del otro, y tan sólo mirando su propio bienestar?
Marta Martínez Aguirre
Violencia, drogas, embarazos no deseados, alcoholismo, vandalismo y abuso sexual, son algunos temores asociados con los adolescentes en la actualidad. Sin embargo, también hay conceptos ennoblecedores que es posible adherir a sus almas, a su personalidad, a sus anhelos, si te lo propones.
En un mundo cada vez más competitivo, educar en conocimiento es un punto esencial en la adolescencia. Pero educar en valores como la solidaridad, el respeto, el compromiso, la tolerancia, la amistad, la paciencia y la empatía, entre otros, es crear espacios para que se desarrollen a plenitud y lleguen a ser dichosos.
Un adolescente que ha sido educado en valores posee poderosas herramientas para tomar decisiones, defenderse de las propuestas que se oponen a sus valores como el consumo del alcohol y las drogas, esperar para tener relaciones íntimas, proponerse metas y desarrollar su personalidad.
Quizás te estés preguntando cómo enseñarles a tus hijos estos valores, pues la respuesta es simple: sé tú el ejemplo cotidiano. Por ejemplo, cuando cocinas una sopa caliente para tu vecina que está enferma, aun cuando tus monedas escasean en tu monedero, estás transmitiendo un valor ligado íntimamente a la felicidad: el don del servicio. ¿Quieres ideas adicionales?
1. Cree en sus corazones
No subestimes el corazón de tus hijos adolescentes por más que no dejen el teléfono celular de lado, pasen horas encerrados en su habitación y pareciera que sólo miran su ombligo; dales una oportunidad para que te muestren su capacidad para darse, para entregarse.
2. Dales la oportunidad de servir
Cuando cortes flores en el jardín, prepares unas galletas o recolectes útiles escolares, llama a tus hijos y diles que te mencionen el nombre de alguna de sus amistades que esté pasando por un mal momento. Te aseguro que su miedo e inseguridad durarán apenas unos segundos, porque tan pronto como termines de envolverlo todo ellos estarán en la puerta listos para ir a entregar el paquete. Los adolescentes adoran ser protagonistas y demostrar que pueden ser útiles.
3. Muéstrales cómo el servicio les enriquece
Cuando un adolecente es capaz de servir a su prójimo, comprende que dar de sí no es tan sólo un regalo para quien recibe, sino también para sí mismo. La necesidad de servir es una de las necesidades humanas primordiales; así como requieren alimentos, protección y amor, también necesitan compartir la fortuna que poseen en su interior y salir enriquecidos con experiencias de valor eterno.
4. Enséñales a escuchar con empatía
Las oportunidades de prestar servicio al prójimo son múltiples, y van desde compartir sus creencias espirituales, a pintar una pared, cortar el pasto, limpiar un armario y contar un cuento a los más pequeños, actos simples que ellos pueden llevar a cabo; también pueden aprender que escuchar con empatía, consolar a un amigo entristecido, orar por el dolor de un enfermo o simplemente abrazar, también son actos de servicio que reflejan sus valores.
5. Nutre su lado espiritual
El servicio es uno de los valores que permite espiritualizar lo material, y actuar de acuerdo con nuestras creencias espirituales. Tal como Dios que cada día nos regala sus bendiciones: una cama caliente, alguien de quien recibir un abrazo, alimentos, oportunidades laborales y de estudio, amigos, familiares, una flor nueva en el jardín, un gato que nos ronronea a la vuelta del trabajo; los adolescentes pueden aprender a vivir un atributo de Dios al darse y de ese modo acercarse a él.
6. Vive la felicidad de servir
Servir es uno de los actos caritativos más sublimes que los adolescentes pueden experimentar. La felicidad llega a ellos mezclada con el sudor, el cansancio y los nervios; alcanza con ver sus rostros luego de terminar de pintar una escuela, regalar ropa al necesitado o cortar el pasto de una vecina anciana.
Recuerda preguntarte, ¿estoy educando a mis hijos adolescentes para que sean generosos, empáticos, solidarios y llenos de amor, o estoy formando a personas llenas de egoísmo, incapaces de compartir sus talentos, desinteresadas por el dolor del otro, tan sólo mirando por su propio bienestar? ¿Mis hijos creen que la felicidad se compra al salir de shopping, o en el mercado?
Servir quizás no sea fácil, ni entretenido, pero es la forma que Dios tiene para mostrarnos su corazón.
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