3 ejemplos de un error común al educar niños pequeños

Para describir a un niño con frecuencia se utilizan frases como: "Este niño siempre se porta mal", o "Siempre está haciendo un berrinche". Pero, ¿qué sucede en la mente de un niño que es "tremendo"?

Myrna del Carmen Flores

Al educar a un niño pequeño, existen muchas situaciones que se presentan día a día ante las cuales actuamos de la manera que pensamos que es la correcta. Pero pocas veces nos ponemos a pensar qué es lo que pasa en realidad dentro de la cabeza de nuestros pequeños.

Siempre hay muchas cosas por hacer y, con tan poco tiempo, no nos damos a la tarea de analizar las razones por las que un niño se comporta de una forma u otra. ¿Regañar a un niño que no actúa de la manera que nosotros deseamos, es siempre válido?

Voy a darte solo tres ejemplos donde la diferencia para poder crear un canal de comunicación o una barrera, está en regañar o escuchar. Así de simple.

1. Entiende sus necesidades y deseos

Es un día común en el supermercado, con poco tiempo y muchas cosas por hacer. De pronto, en repetidas ocasiones, mientras caminas por la tienda llevando a tu hijo de dos años en el cochecito especial para niños, él se sale, se tira en el piso y empieza a llorar. Suena estresante, ¿no?

Tu primer pensamiento tal vez sea: “Niño desobediente, ¿por qué no se puede quedar dentro del carro?”, para luego tener una lucha con tu hijo obligándolo a subir. Él se aferra a su idea de seguir sentado en el piso pero, ¿qué es realmente lo que pasa? ¿Por qué no quiere levantarse del piso?

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El niño está en el piso llorando, señalando su zapato. Este sería un buen momento para poner atención a lo que hace llorar al niño y a lo que pide. Olvida las compras por un momento y pregúntale qué le sucede. Tal vez no está solo “haciendo berrinche”; después de todo, querer tener las cintas atadas no es malo, al contrario, es un gran mérito que con solo dos años, reconozca que debe amarrar bien sus zapatos antes de continuar su camino.

En cuanto todo esté en orden, subirá al carro por iniciativa propia, tú podrás seguir con las compras y él estará contento y tranquilo. Además, sabrá que puede acercarse a ti cuando tenga un problema.

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2. Comprende que sus prioridades no son las de un adulto

Ahora imagina otra situación en la cual llegas a casa después de un cansado día y tu hijo tiene el pantalón lleno de pintura. Emocionado, te muestra muchos dibujos y te cuenta cuánto se divirtió haciéndolos. Sin embargo, tus pensamientos se enfocan en lo que te costará lavar ese pantalón. Así que lo reprendes por no tener cuidado con su ropa, por haber sacado todos los materiales de su lugar y lo mandas a limpiar. Es probable que la idea generada ante tu reacción sea que dibujar hace enojar a mamá.

Cierto, los niños necesitan cuidar sus cosas, mantener su higiene y su vestimenta en condiciones adecuadas. Pero también necesitan reforzar su creatividad y saber que te interesa lo que hacen.

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Tómate un respiro, mira sus dibujos, aplaude sus esfuerzos y luego explícale de manera tranquila que no debe ensuciar su ropa cuando realice sus dibujos. Tal vez puedan pensar juntos en una solución para que esto no suceda, como usar una bata o un cambio de ropa exclusivo para dibujar, por ejemplo. De esta manera podrás seguir teniendo obras de arte y limpieza en la ropa al mismo tiempo.

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3. Aprende a leer sus acciones

Todas las tías de tu hijo de cinco años comentan: “Tu niño es tremendo”, “Siempre quiere descomponer las cosas”. Si te dejaras llevar por lo que todos dicen, cada que lo veas explorando, tocando o preguntando por alguna cosa ajena, lo reprenderías para evitar que rompa algo o alguien se queje. Hasta que no tenga más curiosidad, y si la tiene no la exprese. En el peor de los casos, que se moleste y de verdad comience a descomponer las cosas.

Pero, ¿cuáles son las razones del niño? ¿Qué tan cierto es que es “tremendo”? Los niños preguntan, exploran, intentan entender las cosas nuevas y experimentar con ellas; necesitan saber cómo funcionan, para qué sirven, y eso no significa que sean destructivos: solo quieren saber.

Acompáñalo en su exploración, responde a sus preguntas y explícale cómo funcionan las cosas. Indícale, que antes de apretar botones, mover cables o tomar objetos, debe pedir permiso. Continuará preguntando, porque sabrá que responderás o lo ayudarás a investigar. Si lo motivas en lugar de frenar su curiosidad, quizás el día de mañana sea un gran ingeniero.

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Es una cuestión de comunicación

A veces, imponer autoridad o lanzar un regaño, no es lo adecuado. Escucha sus razones, motiva y reconoce sus aciertos, permitiéndole desarrollar su creatividad. Si le explicas las reglas, practicarlas será más fácil para él que entender gritos, sobre todo cuando su intención sea hacer algo bueno. Sí, educar a un hijo casi siempre llega consigo la necesidad de decodificar el sentido de sus acciones.

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Myrna del Carmen Flores

Myrna del Carmen Flores es maestra de inglés y madre de dos jóvenes. Puedes contactarla en