4 ideas para hacer que tus hijos se sientan amados
La labor de los padres no termina con el tiempo, por esa razón, es importante que el vínculo entre padres e hijos se mantenga fuerte. ¿Sabes cómo hacer que tus hijos se sientan amados? Lecciones para amar.
Erika Otero Romero
Si ha existido un reto inmenso para los padres de todos los tiempos, ese ha sido el de hacerle saber a sus hijos que son amados. Ahora, ¿cómo lograr que tus hijos sepan de ese amor que les tienes? Voy a recurrir a mi historia personal para aconsejarte cómo –historia que hoy me hace reír pero que cuando era una niña me generaba una tremenda angustia.
Cuando era pequeña sentía que mis padres no me querían, y no perdía ocasión para reprochárselos; mi madre, que pasaba más tiempo en casa criándonos, evidentemente se angustiaba por esos continuos reclamos míos y mi búsqueda exhaustiva de los documentos de adopción. ¿Absurdo, no? Hoy me parece ridículo. En mi cabeza no había otra forma de justificar los castigos que me aplicaban a no ser que fuera adoptada, eso según el pensamiento de una niña de ocho años de edad.
Debo confesar que ahora que recuerdo esto y lo escribo, me río. Pero en ese entonces no era así. Siempre me entraba esa tontería cuando me reprendían por algo. Debo decir que jamás he tenido un carácter sumiso, siempre estaba en pie de guerra con una protesta en la boca y siendo bastante rebelde; sí, fui una niña muy difícil y debido a eso me gané muchas nalgadas y otros castigos. Créanme, ser hija primogénita no les facilitaba las cosas ni a mis padres ni a mí, y como a mi hermana no le iba tan mal con eso de los castigos y las reprimendas, pues mis “neurosis” subía de tono, ya que siempre estaba comparando la manera en que educaban a mi hermana menor respecto a la mía. Voy a decirlo de la siguiente manera: los padres aprenden cómo educar a sus hijos con el primogénito, y con infinita seguridad debo agregar que con los otros hijos no cometen los mismos errores que con el hijo mayor.
Mi madre no la tenía más fácil, al ser criada en un hogar donde la expresión física del afecto era casi nula, por lo menos por parte de mi abuela, quien –dicho sea de paso–, había sido criada de la misma manera. Eso sin duda no le facilitaba mucho la labor de hacernos sentir amadas, pero se las ingeniaba. Y esa manera en la que mi madre aprendió a demostrarnos y hacernos sentir amadas es lo que voy a compartir a continuación:
1. No dependió del dinero
En casa nunca ha sobrado el dinero, pero eso no fue excusa para que mi madre consiguiera algunas telas y nos hiciera ropa bonita, algún cinto para el cabello o un pequeño detalle. Y a nosotras nos gustaba cada cosa que hacía, por pequeña que fuera.
2. Nunca nos hizo falta nada
Aunque como niñas siempre quisimos los últimos juguetes o algún otro objeto costoso, no nos pudieron dar esos gustos; sin embargo, tuvimos lo necesario: ropa limpia, comida a tiempo, su compañía y enseñanzas, por eso siempre nos dimos cuenta del gran esfuerzo que mi madre hacía para darnos lo mejor y lo necesario.
3. Tuvo tiempo para ayudarnos con las labores de la escuela
Así es: incluso en la universidad. No importaba qué tan cansada estuviera, siempre nos ayudaba a investigar las tareas y jamás fuimos al colegio sin las labores hechas. ¡Y las trasnochadas (desveladas) cuando estaba en la universidad no las he olvidado!
4. Jugaba con nosotras o nos leía antes de dormir
Ahora mismo cierro los ojos y la veo descalzarse, lo cual siempre ha odiado, pero lo hacía para jugar con nosotras a la rayuela y a la pelota, y por las noches se sentaba en una de las camas a leernos; eso no tiene precio.
Estoy segura de que ustedes en algún momento de sus vidas se han preguntado si sus hijos se sienten amados. Pues les diré que aunque en muchas ocasiones yo me sentí “adoptada”, porque mi madre no me decía un “te quiero” o me daba un abrazo con tanta frecuencia como me hubiera gustado, sus muchos detalles y sacrificios a lo largo de los años me lo han demostrado con creces y constituyen un preciado regalo que siempre recordaré.