Cuando tienes qué cambiar tú, para salvar tu matrimonio
Te sabes responsable de muchos de los problemas de tu matrimonio y además sientes que está en la cuerda floja; si supieras que las herramientas para salvar tu relación están en tus manos ¿lucharías por ello?
Erika Otero Romero
La realidad, la verdad y las monedas siempre tienen varias caras: la perspectiva de la realidad depende de las personas que experimenten un acontecimiento; la verdad depende de los involucrados y, por último, todos sabemos que las monedas caen en cara o en cruz.
A continuación te muestro un ejemplo claro de la cara de un matrimonio con problemas y los dos rostros del mismo, la del esposo y la de la esposa:
Él: “Ella es buena esposa, dedicada y amorosa; además es buena madre. Yo nunca le he sido infiel y creo no haberle dado, en los cinco años que tenemos de casados, un motivo real para que se enoje de la manera en que lo hace; la verdad, no logró comprenderla”.
Ella: “Lo amo, pero cada día es un problema diferente. Cuando nos casamos todo iba muy bien, pero desde que nacieron mis niños, mi carácter cambió mucho, es que no me aguanto nada. Por si fuera poco, me siento mal con mi aspecto, no acaba de gustarme y temo que, por eso y mi mal carácter, mi esposo se busque otra persona. Me da miedo perderlo y no sé qué debo hacer para cambiar, porque sé que la culpa de tanta discusión es mía”.
Corregir, para no tener que cargar con culpas
Algo en lo que muchas parejas se equivocan es creer que por haberse enamorado y sentirse “el uno para el otro” piensen que van a tener la relación perfecta para siempre y sin ningún tipo de problema. Lastimosamente, la realidad les es revelada tiempo después, cuando no coinciden en algo que a veces era tan simple como ponerse de acuerdo para salir a comer, o que él o ella no se otorguen la razón, por solo poner dos ejemplos.
Debes saber algo: cuando una relación llega al divorcio, lo más normal es que ambas partes se empiecen a culpar de lo que hicieron o no para llegar a ese punto insospechado al inicio del matrimonio. Retrocedamos un poco: si sabes que parte de los problemas de pareja son culpa tuya, ¿por qué no haces algo para corregir el camino antes de llegar a la separación? ¿Cómo se logra el cambio? El cambio de actitud comienza cuando te haces consciente de tus errores o faltas y te pones en acción para cambiar:
1. Inspecciónate para descubrir en qué te estás equivocando
Detén por un momento tu precipitada rutina cotidiana. Mírate a ti misma, analízate, mírate desde afuera, mira en tu interior: ver qué es lo que no está funcionando y por qué, te ayudará a determinar con precisión qué es lo que quieres cambiar.
2. Traza un plan y fija metas
Ya descubierta la razón por la cual te has vuelto conflictiva, haces un plan de cambio de actitud. Por ejemplo: te sientes mal porque desde que quedaste embarazada y tu hijo nació no has conseguido bajar esos kilos de más que te quedaron, te cuestionas sobre qué puedes hacer y llegas a la conclusión de que te serviría mucho tener un poco de tiempo para salir a caminar, o bien eliges comer de manera más sana.
3. Apóyate en tu esposo
Siguiendo con el ejemplo anterior, el paso a seguir es conversar con tu esposo para que juntos sigan esa “dieta” de convivencia más sana y así ayudarse para no perder el amor mutuo y, desde luego, el matrimonio.
4. Trabaja en tus metas de manera constante
Hay un ingrediente secreto para llevar a cabo un plan de cambio para recuperar o no perder la armonía dentro del matrimonio, y es la voluntad o, dicho de otra manera: “El que quiere puede”.
Piénsalo bien, habla con tu pareja acerca de lo que te gustaría que cambiaran, todo dentro del límite de lo racional, desde luego. Si el problema es que tu esposo no te ayuda con la casa, pídele que el fin de semana colabore con una labor específica; si sientes que te pones celosa sin un motivo racional, entonces ponte más guapa y ve a esperar a tu esposo a su trabajo para salir a caminar o comer por ahí y cambiar un poco la cotidianidad. Solo es cuestión de ser sensato y querer salvar el amor que aún queda en la relación.