Limerencia: cuando el amor no es amor

¿Alguna vez habías oído la palabra "limerencia"? Pues te la presento: es la imitación maléfica del amor. ¿Te atreves a averiguar si la tienes?

Rafael Vázquez

Silvana está a punto de cumplir cinco años de casada con Diego. Ella dice ser muy feliz, pero hay algunas cosas que Diego y otros familiares y amigos han notado en ella: A Silvana no le gusta separarse de Diego, e incluso él ha perdido tres trabajos porque al momento de ir a trabajar, Silvana se pone muy triste y le reprocha que utiliza el trabajo como pretexto para no estar con ella. Ella duda de que él corresponda totalmente a su amor.

Silvana solía ser muy alegre y extrovertida, pero cuando su esposo llegó a su vida, ella cambió. Si él está presente, ella permite que él domine toda la escena y no hace nada porque quiere asegurarse de que él sepa que ella lo ama. A veces a Diego le causa confusión la actitud de su esposa, y cuando ella lo ve confundido, le reprocha la falta de amor y comprensión.

Aunque son una pareja muy armónica, los conflictos que han tenido son bastante fuertes porque ella lo ha idealizado mucho. Silvana tiende a tomar en cuenta solamente las cualidades positivas de Diego, pero dado que él no es perfecto, a veces hace cosas que la decepcionan tremendamente, y entonces sufre mucho porque nunca había considerado que él fuese imperfecto.

Muy seguido, ella está distraída, melancólica y pensativa, porque no puede dejar de pensar ni por un momento qué estará haciendo su marido; si él estará pensando en ella del mismo modo, lo cual es muy improbable, porque él es muy entregado a su trabajo y le gusta dedicarse en cuerpo y alma cuando está en horario de oficina.

Debemos decir que Diego es un esposo fiel, leal, un padre responsable y un ciudadano ejemplar, pero todo eso no es suficiente para Silvana, que busca de mil y una maneras encontrar una señal en la conducta de Diego que le dé la seguridad de que él la ama tanto como ella, porque hasta hoy, ella no ha podido encontrar esa seguridad.

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Si Silvana tuviera 16 años de edad, o sólo tuviera seis meses de vida en matrimonio, cualquiera podría decir que lo que le pasa es que está muy enamorada, pero como no es así, su situación no es normal.

El enamoramiento estudiado a fondo

Todos sabemos que al enamorarnos perdemos un poco el piso, nos interesamos en demasía por el ser amado y nos atormenta pensar que no seremos correspondidos. La tradición popular le llama a esa condición “mal de amores”.

La psicóloga estadounidense Dorothy Tennov estudió el enamoramiento, y en 1979 lo describió en términos científicos que ella misma acuñó como LIMERENCIA. Este término es el nombre científico y la explicación del estado del enamoramiento que ella detalla en su libro

(“Amor y limerencia: la experiencia de estar enamorado”).

Un año después de la muerte de la Dra. Tennov en 2007, dos de los que habían sido sus colaboradores, los doctores Albert Waking y Duyen B. Vo, estudiaron muchos casos clínicos a fondo y descubrieron que no todo en la limerencia era miel sobre hojuelas, por lo que llegaron a las dos siguientes conclusiones:

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Primera conclusión

El amor y la limerencia no son lo mismo. En el artículo

que los doctores publicaron, dicen que “En una relación de amor se experimentan intensos sentimientos y reacciones iniciales, como fascinación por la otra persona, todo lo cual tiende a moderarse con el paso del tiempo, lo que permite que florezca una relación más estable, íntima, confiable y comprometida. Sin embargo, en la limerencia dichos sentimientos y reacciones iniciales no disminuyen, sino que cada vez son más intensos, penetrantes y destructivos, resultando en última instancia en dificultades para controlar los pensamientos, sentimientos y comportamientos.”

Segunda conclusión

La limerencia es un mal. “Aunque la limerencia se asemeja al amor normal, en realidad es un estado necesariamente negativo, problemático y discapacitante, con implicaciones clínicas.”

¿Qué es la limerencia?

Siguiendo la definición que dan los doctores Wakin y Vo, la limerencia es un anhelo agudo, penetrante y excesivo por obtener la reciprocidad emocional, o sea, por saber que tu amor es total y absolutamente correspondido.

¿Es eso tan malo?

En principio, no. Pero si ese anhelo inicial no es saciado a satisfacción del “paciente”, se pueden detonar fuerzas motoras que impulsan la limerencia, y ello puede desencadenar reacciones semejantes a los del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), como la obsesión de lograr, a satisfacción propia, la correspondencia sentimental y la compulsión de alterar súbitamente el comportamiento propio y del ser amado; e incluso reacciones similares a los de la farmacodependencia (la “sustancia” a la que se es adicto es la otra persona, de la cual se necesita cada vez más, y cuya ausencia genera reacciones idénticas al síndrome de abstinencia).

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Todo esto crea un cuadro genuino de ansiedad: palpitaciones, falta de aliento, sudoración, malestar en el pecho y/o abdominal, etc. La ansiedad también puede causar que el paciente se vea torpe y algo inepto en lo social.

¡Es discapacitante!

Puedes llamar exagerados a los doctores Wakin y Vo, pero ese estado de enamoramiento malsano (la limerencia) puede poner en riesgo relaciones personales importantes y menoscabar la eficiencia laboral y el desempeño escolar.

¿Recuerdas a Silvana y a Diego? La condición de limerencia que presenta Silvana ya muestra problemas de este tipo. Silvana ha abandonado amistades y la relación con algunos familiares; además su productividad va en picada desde hace unos años.

Para que un paciente sea diagnosticado con limerencia, los doctores Wakin y Vo dicen que el paciente debe ser mayor de 18 años. Si es menor, entonces lo más seguro es que no estemos hablando de limerencia, sino de amor romántico o infatuación. Te prometo un artículo sobre ello en breve.

Ahora lo importante es averiguar si tu forma de enamorarte es saludable o estás siendo víctima de la limerencia.

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