Si tú amas a tus hijos, necesitas darles esta herramienta
De las cosas pequeñas proceden las grandes. Sin estas sencillas habilidades, tus hijos no serán aptos para la vida. ¡Lee y entérate!
Emma E. Sánchez
¿Alguna vez has imaginado lo agradable y más ligera que sería la vida si todos fuéramos un poco más mables y considerados con quienes nos rodean?
Las personas rudas o que pretenden “enseñar” a sus semejantes haciendo sonar el claxon frenéticamente en una calle atestada de tráfico, o maltratando verbalmente al mesero o a una despachadora de gasolina, en el fondo no ayudan a la construcción de una sociedad mejor. Al contrario, alteran la vida de otros y se hacen daño a sí mismos de maneras que ni siquiera imaginan.
Desarrollar habilidades sociales nos permite relacionarnos mejor con los demás al establecer conversaciones constructivas y, por consiguiente, relaciones sociales sanas y fortalecedoras que unifican a la familia, alientan la convivencia con los compañeros de escuela y lo profesional en el trabajo, y nos convierte en personas confiables.
Las habilidades para sobrevivir en el mundo, se adquieren en casa
Como todas las cosas que valen la pena, los buenos modales y las habilidades sociales se aprenden en casa. Y no hay otra manera de enseñarlas más que viviéndolas. En el hogar acostúmbrate a hablarles a tus hijos con respeto, pide las cosas por favor y siempre dales las gracias (esto funciona mucho mejor desde que son pequeños).
La amabilidad es contagiosa. Si el esposo es amble y caballeroso con su esposa y todas las mujeres de la casa, los varones más jóvenes imitaran la conducta y las chicas no aceptarán ningún otro modo que no sea la amabilidad y el buen trato masculino. A propósito, te voy a dar tres recomendaciones para vivir en casa:
1. Escucha
Ya sabes cómo: mirando a los ojos, poniendo atención y dejando a un lado el teléfono celular (el móvil). Con los más pequeños funciona muy bien hincarse o agacharse hasta estar a su nivel: y escucha, no hables, no interrumpas.
2. Observa a tus hijos
No solo mires. Busca qué puedes hacer por alguien para que se sienta cómodo, para ayudar o serle de utilidad. Cuando observamos buscando servir a otros siempre aparecen oportunidades. ¿Y sabes algo? Una persona servicial siempre es bienvenida en cualquier sitio. Acepta las cortesías de quien te ayuda a descender del automóvil o a subir al camión; se generosa en los agradecimientos cuando tu hijo es amable y servicial hacia cualquier persona. Identifica oportunidades de servicio y luego di, “¡Vamos a hacerlo!”. Los niños siempre son los primeros en acomedirse para ayudar a otros, no elimines este deseo natural que está en ellos.
3. Modera el lenguaje
Hablar con claridad no siempre es suficiente, e incorporar palabras amables en nuestro vocabulario ya es una necesidad. Dar las gracias, pedir por favor, saludar o despedirse es muy bueno, pero también el incluir comentarios sinceros que animen a las personas en su día o que les hagan sentir de mejor manera, como por ejemplo decirle a alguien lo bien que luce. No se trata de mentir ni de exagerar, sino de hacerle sentir bien con sinceridad.
Muchas personas cada día hacen un verdadero esfuerzo por salir delante de sus conflictos y dificultades; cada persona con la que nos topamos en la calle, sin importar su edad, libra batallas que ni siquiera imaginamos y tener la fuerza suficiente para seguir un día más a veces parece agotador, incluso imposible en ocasiones. Una palabra amable, un gesto de gratitud o incluso una cortesía pueden hacer la gran diferencia en la vida de alguien.