7 razones por las que tener una boda sin fiesta puede ser tu salvación
Si tu pareja y tú se encuentran en el enorme dilema de organizar o no, una fiesta para su boda, sin duda deben leer lo siguiente.
Elizabeth González Torres
Cuantas veces no has escuchado decir la frase: “Una boda sin fiesta, no es boda”. Con seguridad, podría decir que en más de una ocasión. Debido a que, vivimos en una sociedad donde las uniones matrimoniales parecen valer más por las celebraciones costosas y rimbombantes que las preceden, es que, la gente, se encarga de promover este tipo de consignas.
Como si se tratará de una verdad absoluta, muchos hombres y mujeres crecen pensando, no tanto en el compromiso que adquirirán una vez que se casen, sino en la fiesta que celebrarán con motivo de dicha unión. De tal manera que, estas personas, se enamoran, no de la idea de unir sus vidas a la de alguien más, sino del momento majestuoso que representará la fiesta.
Ahora bien, para algunas parejas -por no decir que para la mayoría- organizar y costear una reunión para el día de su boda, se ha convertido en una mera tradición, más que en un verdadero deseo. En razón de que, tanto la familia como los amigos, representan un importante factor de presión para decidir si habrá fiesta o no, muchas personas terminan accediendo a lo que no quieren ni pueden pagar.
Sin tener la firme convicción de querer festejar como dicta la sociedad que se debe de hacer, miles y miles de parejas se endeudan, frustran y molestan entre ellos mismos, mucho antes de casarse.
Por lo tanto, si ahora mismo tú -mi estimada lectora- y tu pareja, deben elegir si celebrarán en grande o no su próxima boda, los invito a leer las siguientes 7 razones por las que, quizás, no tener una fiesta puede ser su salvación.
1. No gastarán más dinero del necesario
Sin temor a equivocarme, puedo asegurarte que, organizar una fiesta, siempre los llevará a gastar más dinero del necesario. Esto en razón de que, ineludiblemente, entre más detalles aparezcan para la pequeña o grande celebración, más dinero tendrán que invertirle a la misma.
2. Podrán invertir el dinero de la fiesta en un buen viaje para ustedes
Si dejan de lado la idea de una fiesta con la que, difícilmente estarán tranquilos, e invierten ese dinero en un lindo viaje sólo para ustedes, ambos se sentirán mucho más satisfechos.
3. Podrán equipar lo mejor posible el lugar en el que vivirán
De gastar su dinero en una fiesta que se esfumará en un abrir y cerrar de ojos a gastarlo en comprar todo lo necesario para su hogar, quizás, sea preferible que elijan la segunda opción. Por supuesto, es válido que deseen festejar con las personas importantes para ustedes, ese día tan especial. Sin embargo, si dentro de su presupuesto no pueden cubrir ambas cosas, es importante que determinen las prioridades que tendrán como matrimonio.
4. Podrán centrar su atención en los aspectos más relevantes de su unión
La mayoría de las veces, al estar tan concentrados en los pequeños e irrelevantes detalles de la fiesta, las parejas olvidan poner atención en aquellos aspectos de suma importancia.
Por lo tanto, si tú y tu futuro esposo, eligen tener una boda mucho más sencilla y modesta, esto les permitirá reflexionar en el verdadero significado del compromiso adquirido.
5. Se ahorrarán tiempo
En efecto, tener una boda sin fiesta, es la mejor manera de ahorrar, no sólo dinero, sino tiempo. Así es que, si ambos son de las personas que prefieren invertir sus días en planear las cuestiones referentes a su nuevo hogar, es probable que, les convenga tomar dicha opción.
6. No se estresarán
Si lo que menos les gusta es sentirse estresados y discutir como pareja, dejar de lado la fiesta será una solución bastante viable para ambos.
7. Disfrutarán más de ese momento tan especial
Finalmente, si tu futuro esposo y tú, deciden no tener una estruendosa fiesta, pueden estar seguros de que, de la misma manera, disfrutarán al máximo del cálido momento de su unión. El recuerdo de ese día será tan valioso y preciso que, siempre podrán regresar a él, sin temor a encontrarse distraídos, tensos o molestos por los pequeños detalles de una “majestuosa fiesta” poco disfrutada por ustedes mismos.