Acoso sexual, descubre cómo lo estás alentando
El acoso por supuesto que no se limita a las palabras, pero siempre empieza con ellas, y constituye a su vez la forma más generalizada de este tipo de violencia. Sin embargo, aunque no merecemos que nos traten así, muchas veces lo fomentamos.
Yordy Giraldo
Una de las diferencias más grandes entre las viejas generaciones y las nuevas es quizá la forma en que nos comunicamos. En la actualidad, podemos decir casi cualquier cosa sin que nadie alce la ceja en señal de desaprobación o siquiera de asombro. Los conceptos de libertad de expresión y violencia verbal, aunque nada tienen que ver, se pregonan hoy como sinónimos.
Basta darse una vuelta por las redes sociales, ver un par de programas televisivos, escuchar la radio, o sencillamente subirse al transporte público para constatar los excesos a que estamos expuestos. Esta mal entendida apertura ha dado pie a que situaciones como el acoso sexual sea el pan nuestro de cada día para la mayoría de las mujeres y, aunque no pueda creerse, para no pocos hombres también. El acoso hoy no repara en géneros.
Los acosadores han encontrado en esta emancipación del lenguaje el disfraz perfecto para esconder sus agresiones bajo la idea de que hoy por hoy es normal hacer uso de contenido sexual en todas nuestras conversaciones. Nada más torcido y falso.
El acoso, por supuesto, no se limita a las palabras, pero sí empieza con ellas, y constituyen a su vez la forma más generalizada de este tipo de violencia. Sin embargo, aunque no merecemos que nos traten así, muchas veces somos nosotros quienes lo fomentamos al permanecer pasivos frente a esos comportamientos.
¿Te identificas con alguna?Revisa con cuidado estas conductas que, sin quererlo, pueden estar estimulando el acoso sexual a tu alrededor:
1. Permitir lo que te ofende o incomoda
No permitas un lenguaje o contacto físico que te sea ofensivo. Actuar como que no nos dimos cuenta es el tipo de conducta que dice al agresor que puede seguir haciéndolo y, créeme, lo seguirá haciendo.
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2. Guardar silencio, te hace cómplice
Por temor a meternos en problemas, a que nos critiquen, nos discriminen o nos despidan guardamos silencio y, al hacerlo, automáticamente nos convertimos en cómplices.
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3. Ceder por temor
No faltan los ejemplos de personas que aceptan las propuestas por temor a las represalias. El problema radica en que una vez que aceptas ser parte del acoso deja de ser delito, y entonces sí estarás vulnerable.
4. Perdón expedito
Es típico que estamos siendo importunados y ya bien sea nosotros mismos o nuestros conocidos, excusan esas conductas detrás de frases como “Es hombre”, “Todos son iguales” o “Es su carácter”, disculpando al agresor o agresora.
5. No buscar ayuda
Y en lugar de eso, renunciamos a un empleo o a una amistad porque sentimos que no nos van a apoyar, dejando a los acosadores con la libertad y la confianza de que pueden actuar así y salirse con la suya.
Insinuaciones directas o indirectas que nos ofenden e incomodan, pero sobre todo que abren la puerta al avance de dichos hostigadores es el resultado de un trato carente de respeto o límites. Conducirnos con propiedad ha pasado de moda y nos ha dejado indefensos ante los inescrupulosos que buscan someter nuestra voluntad a la suya.
Los acosadores, por lo general, al elegir a sus víctimas se basan no únicamente en sus gustos personales, sino en la vulnerabilidad de sus objetivos, es por ello que resulta imprescindible demostrarles que no estamos dispuestos a permitir que nos sometan, y la mejor forma de lograrlo es comportándonos con decoro, formalidad y la seguridad suficientes para marcar límites en toda ocasión y circunstancia.