El ejemplo es la mejor enseñanza si quieres que tus hijos no mientan
Los hijos son el reflejo de los padres, por ello debes de pensar muy bien que decir mentiras puede generar igual conducta en tus hijos. El ejemplo es la mejor enseñanza si quieres que tus hijos no mientan.
Adriana Acosta Bujan
¿Te ha pasado que cuando suena el teléfono les pides a tus hijos que contesten y que digan que no estás, o que no te gusta la comida que preparaste y les dices: “¡Oh… qué rico sabe!?”. Puede tratarse de mentiras piadosas, como muchos solemos llamarles, y pensamos que esta clase de mentiras no perjudican a nadie, pero eso es un error, porque tus hijos pueden perder la confianza en ti y dar lugar a confusiones.
¿Te ha pasado que te llaman de la escuela y te dicen que tu hijo ha sido sorprendido diciendo mentiras? No te alarmes, porque lo han aprendido de tu ejemplo. Por ello, las virtudes de la sinceridad y la honradez se deben de practicar con el ejemplo. Es recomendable hacerlo cuando son pequeños, de lo contrario podrás sufrir mucho si alguna mentira perjudica su vida o la de tu familia.
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Considera, por consiguiente, estos cinco consejos para enseñar a tus hijos a no mentir bajo ninguna circunstancia o situación particular:
1. Enseña a decir la verdad
Es importante dejarles en claro a tus hijos que todas las mentiras, por más pequeñas e inocentes que parezcan, generan consecuencias. Para hacerlo, puedes usar millones de ejemplos: leerles cuentos y fábulas, ver películas, entonar canciones, contarles tus propias experiencias. Te recomiendo enfocar tu enseñanza en la importancia de que este hecho puede afectar su integridad y la de toda persona que los rodea.
2. Enseña con el ejemplo
Recuerda que ellos suelen imitar todas tus acciones, eres su ejemplo de vida. Debes de tener cuidado cuando pase por tu mente decir mentiras delante de tus hijos. Te recomiendo pensar muy bien lo que vayas a decir. Toma el control de tus pensamientos y nunca, por ningún motivo, involucres a tus hijos con las mentiras. Actuando de esta forma, difícilmente ellos lo harán.
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3. Cuidado con las malas influencias
Muchas veces mentir no se aprende en casa, sino en la escuela. Ante ello, te recomiendo que unas fuerzas con los maestros de tus hijos para reforzar el aprendizaje que les das en casa. Si tu hijo es sorprendido diciendo una mentira, ya sea en la escuela o en casa, lo siguiente es establecer límites y reglas; no los regañes, puesto que no vas a resolver nada y su actitud puede continuar igual o empeorar, tampoco les aplaudas; mejor enfócate a que comprenda la gravedad de mentir. Debes poner correctivos a tiempo y dejar en claro que no tolerarás esa actitud.
4. Trabaja en su autoestima
Los niños pueden llegar a mentir por tener miedo, por no sentir confianza, por no tener seguridad en sí mismos, porque tienen baja autoestima… Una de las formas para evitar que mientan es ayudarlos a equilibrar sus estados emocionales; enséñales a ser valientes y a enfrentar las consecuencias de sus actos. Puedes investigar al respecto, consultar con personas que pasan por la misma situación, escuchar consejos o pedir ayuda profesional en caso de que te percates de que tu hijo miente con frecuencia, como parte de su naturaleza. Ellos podrán encontrar los verdaderos motivos de su comportamiento y ayudarte a darle solución.
5. Premia su honestidad
No hay mejor recompensa que premiar a los hijos cuando dicen la verdad. No sólo mediante objetos que los satisfagan, sino con palabras, aplausos, abrazos, besos, o con gestos de cariño. Hazle comprender a tu hijo que con cada verdad que diga la confianza y el amor crecerán más en ti y que estarás orgullosa de sus acciones. Tus hijos, por su parte, tratarán de decir la verdad, puesto que tienen en ti motivación y confianza.
Todos los padres deseamos que nuestros hijos lleguen a ser personas honestas, sinceras y respetables, por lo que resulta fundamental enseñarlos a decir siempre la verdad desde la infancia. Recuerda esta frase y su poder: “La verdad os hará libres” (Juan 8:32). Estás a tiempo de corregir esas conductas que pueden tener graves consecuencias. ¡Ánimo!
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