Hijo perdió el rastro de su madre, pero 63 años más tarde, un ángel hace posible el reencuentro
Un milagro inesperado, después haber perdido toda esperanza.
Zaida Libertini
Algún día escuché una frase que explicaba cómo realmente no has vivido bien tu vida, hasta que haces algo por alguien más que nunca te podrían pagar. Esta idea se aplica perfectamente a la siguiente historia.
Una despedida improvisada
Paulino Andrada era un joven en una familia con muy bajos recursos que vivía en Córdoba, Argentina. Tenía 17 años cuando se le presentó una oportunidad que no pudo dejar pasar, irse a trabajar a la provincia de la Pampa con un contrato en un vivero.
Con la ilusión de encontrar una vida mejor, tomó la decisión de dejar atrás a su madre Josefina y a sus hermanos, según reporta el Diario de la Republica. Recuerda que pasó por su casa para despedirse de su familia antes del improvisado viaje, pero tristemente no encontró a nadie en su hogar.
Paulino dice haberse lamentado no haber podido despedirse de su madre antes de incursionar en su viaje, pero tenía la confianza de que pronto volvería a verla. Ese momento tardaría muchos años en llegar, 63 para ser exactos.
El paso de los años
Paulino se mudó a la Pampa, donde comenzó a trabajar y con el paso del tiempo su vida comenzó a cambiar. Contrajo matrimonio y tuvo tres hijos. Recuerda haber intentado comunicarse con Josefina, pero le fue difícil por haber perdido la dirección para escribirle. Buscó ayuda de una persona para ir a buscar a su madre pero no logró encontrarla. También pidió ayuda a la policía, y los esfuerzos siempre volvían en vano.
Josefina por su lado, había cambiado de domicilio, volvió a casarse y tuvo cuatro hijos más. Siempre esperaba volver a escuchar de su hijo Paulo, como lo llamaba ella, pero los años pronto se convirtieron en décadas, y con el tiempo, los dos llegaron a resignarse en el pensamiento de que el otro había muerto.
Un simple hecho que hizo la diferencia
Es acá donde se realiza el milagro, por medio de un ángel de la tierra. Un día, una amiga de Paulino llamada Gabriela, sintió curiosidad de preguntarle por su familia. Paulino le contó su historia sin pensar que ese momento cambiaria su vida. Gabriela, que manejaba con habilidad las redes sociales, decidió ayudar a su amigo y crear una nota en Facebook que mandó a todas las personas de apellido Andrada en la región.
La odisea de Paulino, que había durado más de 60 años, terminó en tan solo dos días después de la intervención de su amiga Gabriela. Una joven llamada Anita, había sido una de las destinatarias del mensaje. Anita, era la sobrina de la esposa de uno de los hermanos de Paulino. No tardaron en comprobar que sí eran familiares, y pronto Paulino recibió la mejor noticia de su vida, su mamita estaba viva y ya sabía donde ir a buscarla.
Paulino, a sus 80 años de edad, viajó al barrio 1ro de Mayo en la provincia de San Luis, donde actualmente vivía su madre Josefina. El reencuentro fue hermoso, Josefina, había perdido su vista, pero reconoció la voz de su hijo y su cara al tocarla, los dos no pudieron contener las lagrimas de emoción al haber realizado finalmente el tan anhelado reencuentro.
Una simple acto de ayuda
Esta historia fue posible gracias al sentimiento de empatía que Gabriela sintió al escuchar los problemas de su amigo. Vivimos en una época donde tenemos muchísimas facilidades en la palma de nuestras manos. Las redes sociales, a pesar de algunas veces ser utilizadas para situaciones negativas, también pueden ser un gran aliado al facilitar unión y comunicación entre los seres humanos.
Aprovecha las facilidades que ahora tenemos, para hacer el bien. Aprende a escuchar los problemas de los demás y automáticamente pensar como puedes facilitarles la carga.
Lo que quizás comenzó como una simple idea en la mente de Gabriela, terminó siendo el regalo más grande que pudo haberle obsequiado a Paulino, el cual ciertamente, no podrá ser pagado ni con todo el oro de este mundo.