Límites: el reto de trazar la frontera en nuestros hijos
Con el paso del tiempo, se ha perdido poco poco algo que estaba muy presente en la sociedad y que es de suma importancia en la crianza de los niños: los límites.
Paola Enriquez
Hace algunos días me encontraba en el supermercado, iba caminando hacia la caja cuando pasé junto a un niño pequeño que peleaba con su madre, para luego hacer un berrinche de esos que se escuchan a cuadras de distancia. El pequeño exigía la compra de un dulce y la madre terminó accediendo y comprándole lo que quería.
En varias ocasiones, me ha tocado presenciar la manera en que algunos padres tratan a sus hijos de forma autoritaria, llegando a los gritos e insultos para imponerles que realicen actividades en las que no se sienten cómodos, sólo para “hacer respetar su autoridad”. Este tipo de situaciones —ya sea por experiencia propia o por observación— nos permiten darnos cuenta que padres e hijos hoy en día han ido perdiendo algo que estaba muy presente en la sociedad de hace unos 20 años, y que es de suma importancia en la crianza y en el desenvolvimiento de los niños: los límites.
Escenarios como los que mencioné con anterioridad, se pueden detectar en cualquier parte, ya sea un parque, en el cine, restaurantes, con las familias vecinas e incluso dentro de la nuestra. Por fortuna, una vez detectada la situación, es posible llevar a cabo acciones que ayuden a restituir y modificar de manera positiva la dinámica que se ha estado manejando. Sin embargo, para poder hacer esto, es necesario saber en qué forma se expresa este comportamiento y cómo funciona, por lo que a continuación te comparto las siguientes reflexiones,
¿Qué son los límites?
Los límites son la forma en que se relacionan los miembros de la familia entre sí y hacia el exterior. Es decir, son las reglas que definen quién participa y de qué manera en determinado escenario, estableciendo roles y comportamientos definidos para el funcionamiento correcto de la estructura familiar. Salvador Minuchin, reconocido médico psiquiatra y pediatra argentino, es creador de la Terapia Familiar Estructural, teoría en la que define tres tipos de límites:
1. Rígidos
Son interacciones en las que los miembros de la familia son independientes y tienen roles claros, pero hay una mala comunicación entre ellos y son des apegados entre sí. En este tipo de dinámica, los padres son demasiado autoritarios, exigiendo que sus hijos manifiesten pensamientos y conductas que ellos consideran correctas, sin dar lugar al cuestionamiento de tales órdenes.
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2. Difusos
Aquí no están definidas las reglas de interacción de manera clara ni precisa, lo que provoca que los miembros de la familia sean muy dependientes entre sí. Por ejemplo, un hijo puede ejercer la función de padre dando órdenes e imponiendo su autoridad. Asimismo, los padres asumen el rol de los hijos, acatando las órdenes que ellos imponen o no haciéndose cargo de éstos.
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3. Claros
Las reglas de interacción son definidas con precisión. Los padres indican lo que el hijo puede o no hacer y aunque estos límites resultan definibles, son modificables de acuerdo a la situación. Esta adaptación sería la ideal, pues se amoldan las reglas a un contexto en particular para producir resultados que beneficien tanto a los padres como figuras de autoridad, como a los hijos en su desarrollo personal.
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Las modificaciones en la estructura familiar se reflejan en cambios de comportamiento en un miembro de la familia y, en consecuencia, en los procesos individuales de los otros miembros. Se debe ejercer la autoridad sin temor a perder el amor de los hijos, por lo que hay que tomar conciencia de que los padres, más que ser amigos y compañeros de sus hijos, deben ser una guía, un ejemplo y un apoyo.
Tener un niño que conozca los límites en una familia, formará a un adulto que conozca los límites en una sociedad. Es decir, se podrían evitar problemas graves como abuso de drogas, alcohol, conductas sexuales de riesgo, delincuencia, entre muchos otros, si los hoy adultos aprendiéramos sobre los límites en la infancia. Un niño que vive con límites, entenderá que éstos se hicieron para respetarse y sabrá cuáles pueden transformarse y en qué contexto, sin dañar su integridad personal ni la de las personas que lo rodean.