Los milagros ocurren: 2 personas sanan de un veneno mortal
Estas dos historias son tan semejantes, que casi podemos decir que es la misma historia. Aprende de ellos, y cuídate a ti y a tu familia de este peligroso veneno.
Oscar Pech
La historia de Ricky Jackson
Déjame te cuento dos historias: La primera es la de Ricky Jackson de Cleveland, EUA. A él lo acusaron de asesinato y lo condenaron a cadena perpetua. Pasó 39 años en prisión, porque un niño de 12 años dio testimonio de que él había visto cómo había cometido el asesinato. Cuando por fin se comprobó su inocencia, dijo: “No porque estés en la cárcel tienes que ser un prisionero: uno tiene el deber de ser un hombre”. Ahora, yo te pregunto, amiga lectora, si ese fuera tu caso, ¿Qué harías? O mejor todavía: cuando se te acusa falsamente, cuando se te juzga incorrectamente, ¿qué haces? ¿Dejas que el veneno del rencor, la ira, el resentimiento (porque de ese tipo de veneno estamos hablando), maten tu paz interior? Dice Ricky Jackson: “Mucha gente quiere que odies, que tengas rabia en contra de esa gente”, pero entonces pasa lo que a mí me llena de empatía. Este buen hombre puede ver cómo el niño que lo acusó falsamente también tuvo su propia condena: llevar por 39 años la carga de que un hombre inocente estuviera en la cárcel por su falta de valor. Ahora, por favor da clic en el enlace de arriba y ve los últimos 30 segundos del vídeo. Al lograr perdonar, él se vuelve un hombre libre no sólo físicamente, sino del veneno del odio, la ira, el rencor.
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La historia de Ángel González
La segunda historia es la de Ángel González, de Chicago, Illinois. También a él lo acusaron y condenaron injustamente por un crimen que él no cometió. Ángel, de 40 años, tenía 20 años cuando fue encarcelado. ¿Te lo imaginas? ¡Pasó la mitad de su vida en prisión! En el vídeo él dice cuánto ha cambiado la tecnología y la vida en esos veinte años, que batalla incluso para responder una llamada en el teléfono móvil. Ángel dice que muchas veces él sentía en la cárcel que iba a enloquecer, pero durante ese tiempo lo que lo sostuvo fue el apoyo incondicional de su familia. En este caso, lo que le toca a uno el corazón es lo que él dice: hay cosas muy simples que usualmente no valoramos: poder estar con la familia, poder darle un beso en la mañana a tus seres queridos, esas son las pequeñas cosas especiales que te dan la felicidad en la vida.
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¿La vida es justa?
Yo creo que hacernos esa pregunta es más o menos como preguntarnos si el mundo es perfecto. No, la vida no es justa. De hecho, yo creo que la vida por lo general nos da menos (o más) de lo que en realidad nos merecemos; tanto de lo bueno, como de lo malo. Yo creo que estamos aquí para ser probados y este mundo imperfecto es la manera perfecta, en que un Ser perfecto (nuestro Padre), nos prueba y nos da, al mismo tiempo la oportunidad de ser felices.
Tú, yo, absolutamente todos, cada día somos mordidos por la serpiente de la injusticia, de la envidia, de la ira, del rencor, del odio. En buena medida, la labor de esta vida es encontrar la manera de efectuar ese milagro de volvernos inmunes a ese veneno de las circunstancias adversas, para que la paz interior permanezca intocada. Acaso por ello, uno hace bien en recordar las palabras de Jorge Luis Borges: “No odies a tu enemigo, porque si lo haces, eres de algún modo su esclavo. Tu odio nunca será mejor que tu paz.”