Un amor que se derrama y perfuma la vida de sus hijos
Las madres que derraman su vida en sus hijos no aparecen en los medios de comunicación, pero están registradas en la memoria del alma.
Marta Martínez Aguirre
El amor se arriesga, derrama frascos y soporta comentarios.
El olor a perfume inunda la sala. Hay miradas que juzgan, voces que susurran. Es la casa de Simón, el que en otro tiempo se vistió de harapos, tapando su lepra.
Ella no lo duda, se acerca y quiebra el frasco, deja derramar su contenido, un año de salario sobre los cabellos del Maestro. El mensaje de María es bien claro: no hay tiempo para entrar en cálculos, pero sí hay tiempo para darlo todo, para derramar afecto sobre quien amas.
“Mañana, cuando esté menos cansada, miro el cuaderno de mi hija”, te dices mientras te quitas la ropa y te tiras en la cama casi desmayada. “El mes próximo le compraré un detalle, cuando cobre el aguinaldo”, te prometes a ti misma. “La semana entrante iré a la escuela para ver cómo anda”. “Este domingo se lo digo”. Sólo tú sabes la verdad. Tal vez esos momentos llegarán, pero no habrás podido cumplir, porque tienes tantas obligaciones y las facturas se acumulan sobre la mesada de la cocina.
Pero María no supo dilatar las cosas, sintió que tenía que arriesgarse y lo hizo. Su recompensa fue grande, hasta el día de hoy seguimos narrando su decisión de demostrar amor.
No alcanza con tu foto en la mesita de luz,
Tus hijos quieren tu perfume inundando sus mejillas. No sé cuáles son las causas que te impiden derramar el frasco, ungir con tu presencia a los que amas, impregnar de fragancia sus vidas, pero sí estoy segura que si no te arriesgas, no pasarás a la historia como una madre recordada, sino todo lo contrario.
Si no te detienes a actuar, la vida se vuela frente a tus ojos y tus hijos y tu esposo tarde o temprano te lo harán notar. El amor es una forma arriesgada de derramarse en la vida de los otros. En estos tiempos “on line“, el amor sigue necesitando presencia, necesita ser materializado en actos diarios.
Amar es una decisión visible, palpable, con aroma que impregna todos los espacios
No basta con que organices una bonita fiesta de cumpleaños y le firmes el permiso para ir al campamento del colegio: tus hijos te necesitan en todas sus aventuras y también en sus malos momentos. ¿Quién los guiará en los días de encrucijadas? ¿Quién estará presente cuando asomen sus miedos debajo de la cama? Las madres que derraman su vida en sus hijos no aparecen en los medios de comunicación, pero están registradas en la memoria del alma.
Sé heroína en tu casa
No vendrá nadie de las noticias para hacerte una nota, ni te darán un premio Nobel, pero tus hijos te dirán: “Mamita”, “Má”, “Mami”, y deletrearán tu nombre con cinco letras: U-N-I-C-A.
Ellos no buscarán afuera de casa, ningún otro refugio que tus brazos. Para sentirse seguros, elegirán a la mujer que sepa de memoria todos sus libros de cuentos, que conozca donde está Señor Orejas y que sea capaz de preparar una tisana para el dolor de panza. Recuerda: “Algún día”, nunca llega. Las madres exitosas se derraman, inundan de sí a sus hijos y se arriesgan a estar.
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